Daniel Bernal – Periodista 

La reciente denuncia de unos colegas sobre lo que califican como “robo de activo digital” por cuenta de la ex ministra de Salud, Carolina Corcho y su saliente equipo de prensa, merece una reflexión sobre la propiedad de estos grupos institucionales o corporativos que se crearon para difundir información oficial de una entidad pública o privada, su manejo y si hay o no, una ética asociada a él.

Como bien dice el chat denunciante “hace 13 años que comenzaron a crearse los grupos de chat (desde que existían los BlackBerry y ahora WhatsApp)”. Entonces, varias entidades como instituciones públicas, privadas y gremios, los apropiaron como un eficiente canal para difundir la información oficial.

En casi 14 años de ejercicio profesional en comunicación corporativa tuve la administración de dos grupos, el primero no recuerdo si lo creamos con mi jefe o lo heredé en 2012, el segundo sí fue heredado y al enterarme de su existencia hablé con par colegas amigos que estaban en él, buscando identificar si les generaba valor, la respuesta fue un contundente sí.

Ha pasado poco más de un año de eso y cuando agrego a un colega tengo la delicadeza de preguntarle si quiere participar, por lo general aceptan y creo se quedan porque es bastante eficiente, somos poco intensos con lo que allí difundimos y los colegas que están son muy respetuosos del deber ser del grupo y jamás se ha visto una de esas cosas que molestan a muchos en los grupos de WhatsApp: el piolín de feliz día, la oración, el comentario político, el meme de Julio o el chiste inapropiado.

Antes de administrar ese grupo, lideré las comunicaciones y relaciones con prensa en dos gremios, en ambos opté por una lista de difusión, pero en uno de esos gremios, meses después de estar en ejercicio, me enteré que hubo un grupo de periodistas que, una vez salió el presidente y su coordinador de Comunicaciones, se convirtió en un grupo para la campaña del líder saliente que tenía una aspiración presidencial que, seguro intuyen bien, jamás estuvo ni cerca de despegar.

Esto lo menciono para aclarar que lo que considero una falta ética de la ex ministra y su equipo ya había sucedido (conozco otro caso además de aquel que viví en carne propia y seguro debe haber más) y son dos las razones que me hacen calificar así esa actuación. 

Primero: para mí sí es un activo de la entidad, pues alguien a quien esa entidad le pagó salarios u honorarios por su gestión se dio a la tarea (seguramente en tiempo laboral) de crearlo, mantenerlo y actualizarlo. Quienes hemos trabajado en comunicaciones corporativas sabemos que la base de datos de colegas es un insumo de trabajo importante, pero una cosa es llevarse una copia de algo que uno construyó y/o actualizó y otra, llevársela borrando el archivo para que el sucesor tenga que empezar de cero. 

De acuerdo con el chat denunciante los grupos Prensa MinSalud llegaron a ser cuatro, con casi 800 colegas en ellos. Aún teniendo todos los números de los grupos hoy denominados “Prensa Colombia” tomaría un buen tiempito rehacerlos.  

Y la segunda razón por la que es una falta ética y hasta violacion de ley de datos personales es que los periodistas que fueron agregados (preguntándoles o no) y decidieron mantenerse allí, lo hicieron para recibir información del Ministerio de Salud, independiente del jefe de la cartera o incluso del presidente que lo nombró. Hoy, cuentan colegas, muchos abandonaron esos grupos que al estar por fuera del Ministerio ya no tienen cómo cumplir su objetivo y si se usarían como canal de difusión de cualquier información que el administrador que se adueñó del grupo quiera compartir.